Áspero y macizo, cortado y vendido
en el mostrador de madera de cualquier drogaría,
el jabón Offenbach es recomendado por las autoridades
para lavar las zonas comunes
siempre que surja un amenaza de epidemia
Modernas amas de casa tienen pudor en comprarlo, por recordarles
el barreño de las lavanderas – el lino, las sabanas
y la higiene intima de los antiguos.
Con las nuevas pastillas de jabón perfumado
la perfección química de la piel y la pura lana virgen
se extinguen
por el desagüe de la comunidad
Pero yo traigo en el bolsillo un trozo de jabón lagarto y me desnudo
para serle amable
y que un hambre insaciable se apodere de mí
cuando lo froto en los labios pienso
en la enjaguada misericordia de Dios.
Andreia C. Faria, Flúor (Texturas, 2014)
Foto: Vítor Dias